El mes pasado despedimos a un buen amigo de Vértigo, Pedro Antonio Niembro, Antonio, era carpintero, un “arquitecto de la madera”. A Antonio le llamabas para que te pusiera un armario, una cocina a medida y él se amoldaba al espacio que tenía y creaba sus pequeñas o grandes “obras de arte”, porque te resolvía todo aquello con racionalidad donde tú veías una gran dificultad.
A Antonio lo conocí primero como cliente suyo para hacerme obras en casa y desde el primer momento vi que era un gran profesional y muy serio en su trabajo, en seguida “lo adoptamos” en la familia para cualquier reforma. Con el trato continuo fuimos labrando una relación de amistad que el paso del tiempo fue fortaleciendo, así como nuestras charlas donde coincidíamos que se alimentaban de lugares comunes, de su Cangas de Onís natal, del Méjico que conocía muy bien por sus largas estancias y por su mujer y de cualquier tema que nos afectara porque Antonio era un hombre culto y sabio, con el que daba gusto conversar.
Con el paso del tiempo abrimos Vértigo y Antonio se hizo nuestro cliente y así pude disfrutar más a menudo de su compañía y conversación, un mal día vino con una noticia en forma de enfermedad y vi también su dignidad al afrontarla, su fortaleza de ánimo, sus ganas de vivir y de salir adelante…como buen autónomo que era, un superhéroe.
Estas líneas están dedicadas a ti porque no pude decírtelo en persona y creo que te lo debía. Tú eras de esas personas que no salen en las noticias, en los telediarios, pero que hacen mucho bien en el círculo de personas al que tratan, así que muchas gracias por todo “manito” y que sepas que tu obra permanece en mi casa y en la casa de mucha gente, ahí tenemos tu huella también para “saludarte” cuando pasamos delante de ella.